Perder la noción del tiempo. En clase. Me permito el lujo de recordarte. De nuestros inicios, y por qué no, nuestros finales.
Leo entradas antiguas, de esas que preferí olvidar abandonando este blog. Pero es imposible.
No sé que broma pesada es esta. Tal vez debo esperarte. Tal vez debo quererte de por vida. En la distancia. Separados. Sin correspondernos. O no. O relajárme porque esta sensación de no querer abandonarte pasará algun día. Porque hay alguien ahí fuera esperándome. Pero, ¿y yo qué? ¿le espero?. Sinceramente, creo que no. Creo que te espero a ti. Y sigo diciendo, de momento, que lo haré toda la vida.
Porque ya no sé qué es lo que echo de menos. Los buses, los besos, el consuelo de tus brazos. Que se pare el tiempo mientras me aprietas fuerte. La protección. Los mensajes. Las conversaciones. El telefono. La risa de subnormal. O todo junto. Tus ojos, tu olor, tu cuarto. Tus hermanos, tus padres. El metro y sus obras. El mundial, los paseos, el tiempo muerto aprovechado en ti. No sé qué es lo que echo de menos. Mi amigo, mi amor. Mi todo. ¿Donde estás?
Te echo de menos. Y te sigo queriendo, como la pobre imbecil que seré toda la vida.
ojalá tuviese el poder de salvarte de esa sensación
ResponderEliminares preciosos el texto... pero a veces no hace falta que te permitas el lujo de recordarle... puede abrir heridas que parecían cicatrizadas...
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