Perdimos las buenas costumbres. Las de darnos los buenos días, las buenas noches. Las de mirarnos en el coche y sonreírnos, porque eramos tú y yo. Nos olvidamos de gastar la batería del móvil en el otro, de dar una oportunidad a lo que podía ser y no fue.
Nos olvidamos de apostar que lo imposible dejara de serlo. De pintar en las lunas del coche. De movernos, de conducir juntos. De visitarnos.
Nos olvidamos. Te olvidaste.
Pero yo aún te recuerdo. Lo recuerdo. Más que nunca, y como siempre.
Las buenas costumbres no deberían perderse nunca. Ánimo, costará, pero harás nuevas costumbres.
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