Siempre me han dicho que soy muy dependiente. Que tengo que caminar sola y no depender de nadie. Hace 6 años, 7 meses y 16 días que me vine a vivir a Madrid. No me acuerdo como me sentí en mi despedida, sí sentí que toda mi vitalidad se quedaba en Barcelona. Tan solo recuerdo que sabía que no había ninguna vinculación entre mi nueva ciudad y yo.
Debo decir, que a día de hoy mi marcha está más que superada, aunque no niego que haya días en que me planteo qué hago aqui, (son días de los tontos, sé perfectamente que este es mi sitio hoy por hoy y que les debo la vida a los que me rodean), y de la misma manera afirmo que echo de menos todo aquello. Pero estoy cómoda aquí.
El problema se plantea cuando sé que la mayor parte de mi vida se acaba en 7 meses. Y todo por el tema este de la dependencia y de no ser autosuficiente.
No me duele reconocer que le necesito. No me duele reconocer que la parte equivalente a la vida que se lleva en el aspecto de la felicidad se la debo a él.
Hoy él lo es todo, o casi todo, vaya. He aprendido, he reido, he llorado, me he enfadado y le he pedido perdón. Todo con él, y en estos 6 años.
Me conoce el que más. En ciertos aspectos, más que mis propios padres, lógicamente.
Me ha enseñado el valor de la amistad, mi función en este mundo, en esta ciudad que se me presentaba tan extraña al principio.
Me ha "regañado" cuando debía, ha secado mis lágrimas y también me ha hecho llorar.
Es motivo constante de mi felicidad y también de mis penas.
No, mi mundo no gira en torno a él, pero es uno de los pilares que sostiene mi vida.
Y se va a la tierra del cacao y las especias. A cumplir su sueño. Y no pienso impedirselo.
Yo me quedaré aquí. No esperándole, porque dudo que vuelva. Pero sí buscando a una persona tan increible como él, no para remplazarle, eso nunca, pero para convencerme a mí misma de que hay más gente así en el mundo y de que no pierdo tanto en esta despedida.

Me paso el día mirando el feisbuc y es culpa tuya!!